La Belleza de No Pensar

La Materialización Audiovisual de la Poesía.

El Blog del programa TV Internet en Youtube "La Belleza de No Pensar" de Movimiento Lúdico Films. Una Meta-Antología y etnografía audiovisual del circuito poético en Santiago de Chile.


La Belleza de la Poesía (Lista de Reproducción de La Belleza de No Pensar)

La Belleza del Acto Poético (Lista de Reproducción del Movimiento Lúdico)

lunes, 28 de septiembre de 2009

El Arte y la dimensión poética
del habitar humano

(Fragmento escrito por Ignacio Muñoz Cristi para el texto colectivo del proyecto Ethical Matrix Of Human Habitat, 2009)

El arte es un dominio cognitivo que surge del placer de la creación a partir de la experiencia estética, es decir, el arte surge de la mirada y el acto poético, entendiendo con ello no la escritura de poemas sino la producción o generación de mundos. La mirada poética es la que capta configuraciones relacionales, operacionales y estructurales mirando las matrices de la existencia, viendo lo que aparece como estando allí, invisivilizado quizás por la cotidianidad. Y el acto poético consiste en tomar las coherencias relacionales, operacionales y estructurales que distingue el observador en su experiencia y que éste transporta con su conducta a otro ámbito, generando mundos en esa interconexión al tomar lo aparente y lo que queda oculto en las apariencias, y que lo evidente hace invisible, transformándolo de manera que evoque diciendo sin decir, señalando, inspirando. En otras palabras, consiste en la abstracción de coherencias experienciales que se traen a mano en un cierto ámbito de procesos; sociales, culturales, espirituales, etc. y se trasladan a otro ámbito cualquiera, de modo que lo que antes estaba oculto por lo obvio de la cotidianidad, ahora aparece revelado y relevado. En este sentido todos los seres humanos en tanto observadores, seres que habitan inmersos en el lenguaje y el conversar, poseemos la mirada poética y realizamos actos poéticos, ya que al igual que la reflexión, la mirada y el acto poético surgen con la existencia conversacional humana que es traída a mano por el entrelazamiento dinámico del lenguajear y el emocionear. Todos los seres humanos nacemos con la mirada poética y entrelazamos distinciones de nuestras experiencias con otras experiencias generando mundos en el hacer, el distinguir, el sentir. Todos vivimos mundos que literalmente vamos creando con nuestras extrapolaciones poéticas cotidianas propias de la multidimencionalidad de nuestro vivir, creaciones inconscientes y consientes que nos evocan las configuraciones de sentires relacionales que a su vez nos mueven y conmueven en torno a la matriz de existencia que queramos conservar. Los infantes van generando desde la nada los mundos que viven al resultar inmersos en la trama relacional materno-infantil que los adultos con quienes conviven tejen espontáneamente con su conversar. Y los adultos nos encontramos permanentemente modulando los mundos de otros adultos que encontramos en nuestro camino al dar vueltas juntos, sea para co-inpirar o para malversar. En este sentido hay que recalcar que la mirada y el acto poético son potencias demoniacas también, es decir no son intrínsecamente deseables o generadoras de bienestar, depende de la red cerrada de conversaciones en que se habita la poesía que traeremos espontáneamente a mano.
Así es como ha habido poesía de dominación, de genocidio y latrocinio así como de espiritualidad, democracia y liberación. Y no me refiero a poemas que exaltan uno u otro ámbito de procesos sino a la concretitud de haceres que los realizan y conservan, como por ejemplo todas las invenciones de la inquisición o todas las invenciones de la cruz roja. El poetizar es neutro, depende de nosotros el que se lo viva y conviva ya sea para generar habitares que contribuyan a conservar la convivencia social, o habitares que contribuyan a destruirla invitando a todo tipo de enajenaciones de negación entre personas.
Como ya ha sido dicho por Humberto Maturana, la misma ciencia tiene un aspecto poético, concretamente en los dos primeros puntos del criterio de validación de las explicaciones científicas, estos son de naturaleza fundamentalmente poética: 1) la arbitraria elección de un fenómeno a explicar, y 2) el mecanismo generativo que se propone para explicarlo. Y de hecho si no fuese por los otros dos puntos que son de tipo ingenieril, no pasarían tales proposiciones explicativas de lo meramente poético.

La naturaleza poética pues es constitutiva al habitar humano, y esto lo constatamos mirando a los niños y niñas que, a lo más que hayan sido de algún modo negados con respecto a ello, siempre tiene una relación con la creación artística desde una mirada poética unitaria que enlaza la visual y lo sonoro, la plástica, lo escritural y lo performático, sin establecer divisiones rígidas entre pintar, hacer música, teatro o literatura. Y subyaciendo a esta dinámica aparece un fundamento sostenedor del poetizar que es aún más primario que la mirada y el acto poético, ya que tiene que ver con nuestra constitución biológica en lo emocional, previo al lenguaje tanto en lo ontogénico como en lo filogénico, nos referimos al jugar, la espontánea y profunda orientación lúdica de lo humano. Pero al hablar del jugar y la orientación lúdica no nos referimos al acto de realizar juegos, sino a la disposición corporal y psíquica de orientarse exclusivamente a la realización del quehacer que se hace, sea el que sea, y sin prestar atención al resultado, es decir encontrándose en el placer de realizar lo que se hace por el mero placer de realizarlo. Orientación desde la cual se puede, por ejemplo, realizar el propio trabajo. Si uno disfruta su trabajo y a pesar que sabe que este tiene que tener ciertas consecuencias y resultados pero uno esta orientado al presente de la realización del mismo cuidando placenteramente de la composición del mismo en un fluir armónico, se encuentra en la emoción del jugar.
La creación artística es así, alimentada continuamente por el placer del jugar al vivirse en la espontanea conservación de un flujo estacionario de sentires que evocan el gusto por poetizar (mirar y hacer). Configuración de sentires que no tiene por que ser exuberante, bien puede ser sobria y sutil, dependiendo de la historia convivencial de cada quien. De hecho como sabe todo artista, y aún toda persona, cuando uno esta frente a una obra artística, de cualquier género, que le resulta bella, evoca en uno el deseo de poetizar, de crear algo aunque sea en un cualquier otro dominio ajeno al genero de la obra experienciada.
La distinción del acto creativo inspira en nosotros el deseo de crear. En este sentido si bien se ha venido rescatando desde hace ya rato[1] el aspecto central del jugar en lo que se da en llamar el desarrollo psíquico de los niños y niñas, queremos enfatizar aquí que tal mirada teórica enfatiza la cuestión funcional del jugar, la cual es siempre un comentario a posteriori que hace el observador y que de hecho puede distorsionar la relación lúdica niño-adulto si se invita a jugar desde ahí y no desde la conciencia de la naturaleza espontáneamente jugetona de lo humano. De hecho nos gusta jugar, de una u otra forma, hasta el día en que nos morimos, jugamos como adultos y como ancianos, y cuando no hay dimensiones de juego en nuestro vivir este se nos aparece como duro, pesado y sin sentido. El jugar es un rasgo neoténico del habitar psíquico humano, un rasgo de conservación de los caracteres de la infancia.

Acá cabría hablar de otro elemento fundamental más que se entrelazan con todo lo antes dicho, la experiencia estética. Las experiencias son distinciones que un observador hace de su vivir como rasgos de su vivir, y ocurren por ello en el fluir del conversar dentro de una cultura particular, así experiencias diferentes corresponden a diferentes acontecimientos en el vivir y que vivimos de maneras particularmente diferentes. Y lo que usualmente se denota en el vivir cotidiano al referirnos a las experiencias estéticas, es un rasgo de nuestro vivir en una forma de bien-estar que se origina cuando encontramos que somos coherentes o resultamos en coherencia con un aspecto particular de nuestro ámbito de existencia en la matriz que habitamos y que surge con nuestro vivir. En otras palabras, una experiencia estética ocurre como un comentario reflexivo o distinción que hacemos sobre nuestro propio vivir al encontrarnos fluyendo en la armonía de nuestro vivir en la matriz que habitamos, distinción asociada a la configuración de sentires propia de un sentimiento de plena conectividad en esa matriz, en un flujo de vivires y convivires sin contradicciones emocionales que invita a un momento de reposo.
El bien-estar natural propio del habitar Homo Sapiens Amans surge del vivir en la armonía relacional entre el ser vivo y el medio, y el bien-estar propio de la experiencia estética es parte de este bien-estar natural. Y como sabemos, el bien-estar natural puede perderse en algunas de las muchas dimensiones del vivir y convivir humano, ya sea de manera transitoria o permanente (haciendo con esa permanencia la vida imposible), con lo cual y mientras esto ocurre la experiencia estética se pierde en esas dimensiones del habitar en el cual se pierde la armonía del vivir y convivir. Deseos y emociones incompatibles destruyen la coherencia del flujo del vivir y convivir, generando con ello la experiencia de fealdad.
Anteriormente mencionamos la naturaleza de la mirada poética, que es la que revela las coherencias de existencia mediante la facultad de captarlas comprensivamente aún cuando el observador no puede describirlas. Y el bien-estar natural ocurre en tanto fluimos viviendo en la mirada poética, y se interfiere cuando en la coincidencia de emociones incompatibles traemos a mano en nuestro habitar ámbitos de acciones contradictorios. Al ocurrir esto, nuestro habitar pierde su coherencia estética y se vuelve fragmentado como un mosaico, y no fluido en la interconectividad sistémica sistémica propia de una matriz, generando, realizando y conservando dinámicas de dolor y sufrimiento como dinámicas recurrentes de perdida de las coherencias estéticas, las cuales son vividas en el sentir del observador como una perdida del sentido intimo del vivir.
Finalmente podemos ampliar lo dicho considerando la experiencia mística, la cual también pertenece a la multidimencionalidad experiencial del vivir y convivir humano desde donde se conserva el bien-estar natural. La experiencia mística como se dijo antes, es descrita por un observador como la experiencia de ampliación de la conciencia de pertenencia a la matriz de existencia de la cual se forma parte, y por ende se dan experiencias místicas en muy distintos ámbitos que exceden el religioso, tanto en la amistad, en la pareja, con respecto a la ciudadanía, etc. Y por lo antes dicho respecto a la experiencia estética podemos ver que esta y la experiencia mística son inextricables, que suceden entrelazadas, y que solo en el decir del observador se las puede traer a mano como distintas. La experiencia mística es fundamental en la creación artística de muchas maneras, de hecho en la historia humana las primeras manifestaciones de lo que hoy llamaríamos arte surgen unitariamente constituidas con las manifestaciones místicas y espirituales. El arte, o más bien la poética, ancestralmente era parte del rito y el mito, y estos a su vez eran parte del vivir cotidiano, ámbitos en los cuales se cultivaban sensibilidades y aptitudes concretas para habitar la matriz cultural de cada comunidad. Hoy en día en una cultura planetaria donde para muchos lo divino no forma ya parte de su vivir y convivir, el arte a constituido hace más de doscientos años una manera de conservar el acercamiento a aquellos ámbitos inefables del habitar humano que tradicionalmente las religiones y los caminos místicos tutelaban, así como el acercamiento a modos de sensibilizar respecto a la gozosa comprensión de la multidimencionalidad de la naturaleza humana que el arte sabe inspirar.
Con todo lo dicho aquí queremos invitar a ampliar nuestra conciencia respecto a la enorme presencia sistémica sistémica que tiene la creación poética en la constitución de la matriz biológico-cultural del habitar humano, y queremos invitar a descubrir y constatar cada quien desde si mismo esta naturaleza poetizante en su propio vivir y convivir, de hecho como una cuestión fundamental para la realización y conservación del bien-estar propio de una habitar co-inspiradoramente reflexivo en el respeto mutuo de la convivencia democrática. Y a la vez invitamos a tomar conciencia desde allí de la centralidad del cultivo cultural intencional de la praxis poética en la educación de los niños y en la cotidianidad de los adultos. Así como también a tomar conciencia del precioso don que los artistas, dedicando su vida a ello, resguardan cual guardianes para el resto de la humanidad, el imaginario colectivo, el cual generan, realizan y conservan, no solo inventando sino también memorizando, y especialmente escuchando y registrando el vivir y convivir del resto de sus hermanas y hermanos, donde habita la experiencia humana. Aquella y aquel que quiere vivir el camino del poeta, del artista, es alguien que cultiva un vivir y convivir que pone al centro enfáticamente el acto y la mirada poética. El camino de transformación en torno al “saber-como” del arte y ciencia del poetizar por el mero gusto de curiosear y compartir.
A modo de colofón escuchemos lo que nos está diciendo Humberto Maturana: “A veces el cambio de mundo que el acto poético evoca consiste en conservar algo que se había desvanecido en un olvido indeseado. Vivir la vida cotidiana en la belleza y armonía de un vivir que hace sentido en el medio un mundo que parece duro, ajeno y feo es un acto poético. Todos somos primariamente poetas. Como niños creamos nuestro mundo desde la nada. Como adultos modulamos los mundos de otros. Lo que nos ocurre es que frecuentemente no sabemos que somos poetas, seres que transforman el mundo con solo pensarlo y nos olvidamos de la belleza, del amar, del otro que nos acoge, de la otra que nos ilumina y nos sumergimos en el ocultamiento de la belleza, de la amistad, del amor creyendo que debemos luchar y no colaborar, competir y no crear entre todos un mundo deseable como el acto poético más fundamental.¡Si!, todos somos poetas. Aprovechemos este curioso remanso en el fluir oscuro del desencanto, de la apatía, del cansancio que esta invitación abre.¡Si! Todos somos poetas. Hagamos visible la belleza amorosa que nos constituye como seres humanos”.[2]
El sueño de los más visionarios poetas fue siempre el de una Era donde todos serían poetas. Lo que no sabían ellos fue que esa Era siempre se ha conservado en las profundidades biológico-culturales de nuestro vivir y convivir desde su origen evolutivamente milenario.

Ignacio Muñoz Cristi
Antropoeta
Instituto Matríztico

[1]El profesor Carlos A. Jiménez, un estudioso colombiano del tema lúdico en aprendizaje así como en terapias alternativas da cuenta de una tendencia a ir más allá de la mirada funcional, como el dice: “La Lúdica no es un estado, es toda la existencia humana”. Entres sus múltiples libros destacamos: “La inteligencia Lúdica”. Cooperativa Editorial Magisterio. Colombia 2005. y “Ludoterapias” Cooperativa Editorial Magisterio. Colombia. 2007. También destacamos el trabajo concreto que viene realizando hace 14 años El Movimiento Lúdico, colectivo artístico jugando a poetizar la vida cotidiana.
[2] Tomado del paper: “El acto poético es un acto transformador del mundo” para el festival de poesía chileno: Poesía a 100 %.

1 comentario:

JoviLite dijo...

para cambios de tal indole, refiriendome a la emergencia de nuestra identidad poetica en cada uno, resulta necesario dar lugar, permitir y tolerar ciertos tipos de "deshumanizacion" o transhumanizacion que tome distancia del humanismo clasico que refunda constantemente la estructura sociopolitica tradicional, que encierra a los sujentos en su identidad. resulta necesario fomentar la diferencia, los grupos y todo construir afectivo.