Un breve documental sobre el poeta Nicomedes Guzman.
https://www.youtube.com/watch?v=MSviPfB-WTE
Documental Nicomedez Guzman
sábado, 26 de abril de 2014
Desempolvando libros aprovecho de escanear estas bellas antigüedades líricas, y traer al recuerdo todo un clásico de las colecciones de poesía chilena: "El Viento en la Llama", editada por Armando Menedín. Los libros: "El Sol es un Pájaro Cautivo en el Reloj", del Poeta Rosamel Del Valle, y "Poemas para una Casa en el Cosmos", del poeta Hernán Lavin Cerda. Ambos publicados en 1963. Y de la siguiente foto: "Nostálgicas Mansiones" del poeta Teofilo Cid (1962); "Una Lampara nos Espera al Final del Día" de Eugenio García-Díaz (1970); "La Incierta Primavera" de la poeta Elisa de Paut (1972).
Pedro Antonio González
Poeta Chileno 1863-1903
ASTEROIDE XXXIX
Siento que mi pupila ya se
apaga
Bajo una sombra misteriosa
y vaga.
Quizas cuando la luna se
alce incierta
Yo esté ya lejos de la luz
que vierta.
Quizas cuando la noche ya
se vaya
Ni un rastro haya de mi
sobre la playa.
Parece que mi espíritu
sintiera
Las recónditas voces de
otra esfera.
No se quien de este mundo
al fin me llama
De este mundo que no amo y
que no me ama.
ODA AL PEO
Yo te saludo, oh emanación del poto!
Augusto prisionero
que llegas a golpear el agujero
con vivísimas ansias de lo ignoto.
Pero, ¡ay, más espantosa
que los negros volcanes de la tierra
es la tapada fosa
que tus gigantes ímpetus encierra!
Ahí se guardan, es cierto,
Infinitos olores,
Aunque no son las perfumadas flores
con que se ostenta aderezado el huerto;
aquello no es Edén: es calabozo
donde yace un egregio ciudadano
bajo las iras de un feroz tirano
cuyo nombre modula tu sollozo.
Ese nombre es el ano!
Cuando sacudes, con esfuerzo nulo
las paredes del culo,
aunque los necios dicen que eres feo,
(por envidia mortal, según calculo),
afirmo que eres nuevo Prometeo.
Tras áspero camino
por el negro canal del intestino
llegas del traste a la fruncida puerta;
allí te atajas por algún instante,
oculto, acaso, por un pliegue fino;
entonces ruges, parecido al Noto
y, forzando las válvulas del poto,
¡arremetes y pasas adelante!
Y grande maravilla!
Cuanto más horrendo era el calabozo
que momentos atrás te aprisionara,
más grande es el estruendo,
más grande la algazara
con que al mundo pregonas tu alborozo.
Sale, oh fluido inmortal; ¡Tú no varías!
Sucédense los reyes;
termínanse las leyes
como si fuesen días;
igual se muda el Papa;
terribles convulsiones
alteran todo el mapa;
los amigos se pierden
y la mujer olvida
los tiernos y amorosos juramentos
que prometiera un día;
sólo tú, ser gaseoso, no varías.
De noche, o bien de día,
en la calle, en la mesa o en la cama
eres el mismo siempre; eres sincero.
Bajo la seda de la airosa dama,
o el flamante vestón del caballero;
en la vesta papal cardenalicia;
bajo el traje pomposo de los zares
y en la severa toga de justicia;
por tierras y por mares,
en el calzón de sucia verdulera
o bajo el poncho del mugriento roto
apareces, de idéntica manera,
de entre la misma lobreguez del poto.
Por campos y ciudades,
¡sarcasmo de mundanas vanidades!
predicas, convencido,
santa humildad a muchos infelices;
que, si no llega al oído,
la comprenden, al menos, las narices…
De mí nunca receles
que intercepte tu paso noble y fiero!
Hallarás, al contrario, siempre franca
la puerta del trasero.
Sal, pues, sin antifaz de disimulo.
Deja ese estrecho nido!
Y el canto conocido
lanza, vibrante, en el umbral del culo!.
Augusto prisionero
que llegas a golpear el agujero
con vivísimas ansias de lo ignoto.
Pero, ¡ay, más espantosa
que los negros volcanes de la tierra
es la tapada fosa
que tus gigantes ímpetus encierra!
Ahí se guardan, es cierto,
Infinitos olores,
Aunque no son las perfumadas flores
con que se ostenta aderezado el huerto;
aquello no es Edén: es calabozo
donde yace un egregio ciudadano
bajo las iras de un feroz tirano
cuyo nombre modula tu sollozo.
Ese nombre es el ano!
Cuando sacudes, con esfuerzo nulo
las paredes del culo,
aunque los necios dicen que eres feo,
(por envidia mortal, según calculo),
afirmo que eres nuevo Prometeo.
Tras áspero camino
por el negro canal del intestino
llegas del traste a la fruncida puerta;
allí te atajas por algún instante,
oculto, acaso, por un pliegue fino;
entonces ruges, parecido al Noto
y, forzando las válvulas del poto,
¡arremetes y pasas adelante!
Y grande maravilla!
Cuanto más horrendo era el calabozo
que momentos atrás te aprisionara,
más grande es el estruendo,
más grande la algazara
con que al mundo pregonas tu alborozo.
Sale, oh fluido inmortal; ¡Tú no varías!
Sucédense los reyes;
termínanse las leyes
como si fuesen días;
igual se muda el Papa;
terribles convulsiones
alteran todo el mapa;
los amigos se pierden
y la mujer olvida
los tiernos y amorosos juramentos
que prometiera un día;
sólo tú, ser gaseoso, no varías.
De noche, o bien de día,
en la calle, en la mesa o en la cama
eres el mismo siempre; eres sincero.
Bajo la seda de la airosa dama,
o el flamante vestón del caballero;
en la vesta papal cardenalicia;
bajo el traje pomposo de los zares
y en la severa toga de justicia;
por tierras y por mares,
en el calzón de sucia verdulera
o bajo el poncho del mugriento roto
apareces, de idéntica manera,
de entre la misma lobreguez del poto.
Por campos y ciudades,
¡sarcasmo de mundanas vanidades!
predicas, convencido,
santa humildad a muchos infelices;
que, si no llega al oído,
la comprenden, al menos, las narices…
De mí nunca receles
que intercepte tu paso noble y fiero!
Hallarás, al contrario, siempre franca
la puerta del trasero.
Sal, pues, sin antifaz de disimulo.
Deja ese estrecho nido!
Y el canto conocido
lanza, vibrante, en el umbral del culo!.
Poeta de vida bohemia e influencia romántica que vivió y
murió en la miseria. Escribió en los diarios La Tribuna, La
Ley, La Revista Cómica y Santiago Cómico, que
aparecían en Santiago a fines del siglo
XIX. Sólo pudo ver
impreso uno de sus libros poéticos, Ritmos en 1895, que constituye una de las primeras
manifestaciones del Modernismo en el el país.
En el libro Los líricos y Los épicos, se referirá sobre Pedro Antonio González:
De los poetas chilenos, el que pudo resistir más risueñamente que otros el análisis de su obra, el aún no igualado ni en la serenidad de la línea ni en la opulencia cromática del verso, fue González (...) Su retraimiento no fue ni escepticismo ni miedo a la celebridad, sino consecuencia de sus desgracias de hogar (...) Calló, pues, el poeta, y olvidado del verso, fue de aquí para allá, en herrancias de bohemio, buscando en los vasos la perdida llama inspiradora.
lunes, 25 de junio de 2012
miércoles, 30 de mayo de 2012
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